La cancelación de ‘The Knick’ que no debe sorprender a nadie

Cancelan The Knick

Aunque triste, la cancelación de The Knick, anunciada la semana pasada, no debería sorprender a nadie. La segunda temporada acabó con una serie de bombas de relojería minuciosamente programadas y un leve sabor agridulce. En la gélida atmósfera de The Knick convivían personajes y procedimientos quirúrgicos, conflictos de alcance sobre la discriminación, las adicciones y la bajísima alta sociedad. The Knick era sucia y pulcra a la vez,como el mismo hospital decimonónico en el que se desararollab la vanguardia de la medicina de la época, pero en aquel último capítulo todo dio un vuelco.

Pareciera como si los guionistas se hubiesen cansado de las tramas, del realismo que transpiraban. En la entrega final, cada uno de los protagonistas terminó enfrentado a su propia historia, dándole la vuelta o, directamente, cambiando de mundo. Es habitual que la así llamada season finale prepare los hilos argumentales de la próxima temporada, pero en The Knick, si hacíamos caso a lo que nos presentaron, la siguiente temporada hubiese sido otra serie totalmente distinta.

Al margen de su atmósfera y tono marca de la casa Steven Soderbergh, lo que siempre nos atrajo en The Knick fue ese torrente de innovación, muchas veces excesivo, que fluía del hospital que daba nombre a la serie. En el Knickerbocker fueron inventados los paramédicos, la epidural, la adrenalina, el plástico, la cura de la sífilis o la psicología, entre otras muchas cosas. Esto convertía la serie en una especie de juego entre los guionistas por ver cuántos procedimientos revolucionarios encajaban en la trama. Si al doctor Thackery no le dieron el Nobel de Medicina fue sencillamente porque no llegó a convencer al señor Nobel de que crease el premio.

Nada importa ya, ni la desbocada capacidad innovadora de los cirujanos de The Knick ni el brutal cambio de terció que se nos venía y cuyo mayor problema no era tanto el camino elegido sino la manera como lo habían desarrollado olvidando fugazmente la verosimilitud que siempre ha sido característica de la serie, y lanzándose en los brazos de la fabulación más desbocada. La próxima temporada tendría que haber decidido si tales licencias eran mecanismos necesarios para mantener la sorpresa o se convertían en la esencia del nuevo The Knick. No será necesario.

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Ateo y seriéfilo. Vivo en Valencia pero nací en el sur. La televisión tiene sueños a todo color, y yo escribo sobre ellos.
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